miércoles, 21 de marzo de 2007

¿Jet lag? No, gracias

El jet lag o flash dance, en honor del sillón J(orge) de la RALE, es el conocido efecto de descompensación horaria que se manifiesta principalmente en vuelos en los que se atraviesan husos horarios distintos, y obedece a que al reloj biológico que todos llevamos dentro nos obliga a seguir una costumbre en el ciclo dormir-estar despierto. Los síntomas son, como todo lo relacionado con este viaje, cansancio, problemas digestivos, apatía, cefaleas, etc.

Dicho esto, quede claro que después de un botellón con los colegas y llegada a casa con una borrachera como un ñu, no se puede excusar uno con "Mamá, me voy al sobre que tengo jet lag", porque ni la más comprensiva de las madres del siglo XXI se lo cree.

Yo, en concreto, tengo un problema muy grande con los aviones, y es que me duermo antes de que despeguen. Me suelo pasar horas estudiando cual es el momento óptimo para dormir para combatir este fenómeno, de acuerdo con la hora en el meridiano Greenwich, la local de salida y la local de llegada y en cuanto me siento y abrocho el cinturón, me quedo irremediablemente frito, y todas las cuentas que había echado se van a tomar por el rasca.

Volviendo a lo de antes, hay una forma muy sencilla de provocar un estado de jet lag sin montarse en un avión. El mejor momento de la semana para provocar fácilmente un jet lag casero es la madrugada del domingo al lunes, y, como todo experimento, nos gastaremos una pasta con él.

El "jet-lag simuleitor" comienza con una cena de sábado por la noche, exageradamente regada por un vino que no sea demasiado bueno, por dos motivos: el primero, que con la terrancha que cogeremos no nos vamos a acordar ni del mes en el que estamos, cuando menos del vino que bebimos, y la segunda porque, en aras de la excelencia del experimento, un peleón jetlaguea infinito más que un Campo de Borja. Posteriormente, es preciso elegir bien el tipo de copa que se va a tomar después de cenar, decantándonos por la que más daño nos haga (recordad que la ciencia es siempre exigente) y/o donde sepais que te echan alcohol del peor garrafón. Tras el enésimo "guaitlabel" de garrafa, uno lleva ya medio camino recorrido.

Estoy en condiciones de aseguraros que, con todas garantía, vais a tener al día siguiente cefalea, cansancio y trastornos intestinales (vulgarmente conocido como pasar una "noche toledada" o "toledan night"), o sea que tendreis la mitad del jet-lag ganada, pero ahora viene lo que realmente le confiere su propio nombre a este test: lo lógico es que nos levantemos tarde, alrededor de las 2 de la tarde, y que, después de comer durmamos una siesta hasta las 10 y media de la noche, cuando ya se acabó hasta el partido del plus. Evidentemente, ya no nos acostaremos a dormir hasta las 3 ó 4 de la mañana, y teniendo que levantarnos a las 7 para ir a currar, la desorientación horaria está más que conseguida.

Ya para finalizar, dicen los listos con gafas de pasta que para recuperarse del jet lag, un buen remedio es realizar ejercicio físico intenso el primer día posterior al viaje. Si alguna de vosotras accede a ayudarme, a la ida o a la vuelta, con semejante ennoblecedora acción y con trasfondo diáfanamente social, ya hablamos.

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