lunes, 28 de marzo de 2016

en un lugar da Mariña, de cuyo nombre no quiero acordarme

Este fin de semana me ha pasado una cosa muy graciosa que me ha recordado aquél chiste de Jaimito en el que "su abuela, obviamente, iba a cagar, porque había cogido el Financial Times y ella no sabía inglés". Un burro que se ha colocado unas gafas de pasta, posiblemente obtenidas en un trueque por hachís, ha pretendido llevárse en préstamo "La Ilíada" de Homero, de una biblioteca. Lo bueno que tiene ser burro es que uno no se pone colorado, o, al menos no se le nota, pero todos los demás saben que es burro y que no sabe leer. Que no nos engaña y que no sabrá nunca, por mucho que las gafas sean para ver de cerca y de marca.

También ha sido fin de semana de palmeros, cuernos y procesiones, pero no sabría decir en que orden han pasado desfilando. He visto cosas que no os creeríais, como diría el replicante de Blade Runner, incluso a Ronald Biggs, a quien en casa le llaman Ronnie, leyéndome una cartilla moral y acusándome de robar el tren de Glasgow. Yo no me lo he creído, claro. El, Ronnie, mientras tanto, cada poco tiempo sigue robando el tren, a veces yendo él en persona y otras veces enviando a un adlátere a meter la mano. Piensa que va a poder seguir haciéndolo siempre, pero no es verdad, Ronnie, en España no hay tumba al soldado desconocido porque nos conocemos todos. Y caerás. Caerás robando.

El palmero merece mención aparte porque, además de palmero, suele ser cobarde y tonto, muuuuu tonto, Menuda combinación; un mierda, vamos. Y del palmeado (ahora me acuerdo en que orden iban los cuernos, como el cura que había perdido el paraguas) para que vamos a hablar. Con esa necesidad perpetua que le aplaudan las intervenciones, aunque confunda velocidad y tocino, y crea que la ley de ohm la tiene que saber un abogado.

Así está el patio. Poblado de títeres, macacos, horteras y parientes; gracias Carlos Cano, por recordármelo.
free hit counters