miércoles, 18 de mayo de 2011

Sobre cabezas o corazones

En esta particular sala de espera en la que me encuentro me ha asaltado una pregunta, a la que he llegado conducido fundamentalmente por uno de los protagonistas de esta historia.

Ya he hablado de Ken Robinson en alguna ocasión. Es un gurú de la educación y de la creatividad. En una entrevista con Eduardo Punset para el programa “Redes” (Página web de Ken Robinson y Punset entrevista a Ken Robinson), insiste en una idea que me parece esencial en la educación de los niños de hoy en día: el sistema educativo no ha evolucionado desde los tiempos en los que su objetivo era formar a futuros trabajadores de fábricas con procesos basados en tiempos y divisiones del trabajo, basícamente, combustible del sistema tayloriano.

Pero no sólo me parece importante esta idea en la actual educación de los niños, sino en nuestra propia búsqueda. Ligué estas afirmaciones de Robinson con una duda filosófica con la que Daniel Goleman inicia uno de los capítulos de su libro “La inteligencia emocional”: ¿el hombre es un cerebro que tiene un móvil que es el cuerpo o es un cuerpo que posee un ordenador central que se llama cerebro? ¿Somos cuerpo o cerebro? En otras palabras, ¿somos cabeza o somos corazón?

Yo prefiero pensar que somos corazón, realmente, pero la sociedad nos ha insistido desde que somos pequeñitos que somos cabeza, que la razón debe sobreponerse a la emoción y a los sentimientos. Me quedo con esa frase que dice “¿cómo vas a sacar de la cabeza lo que no eres capaz de sacar del corazón?”. Éste crea unos vínculos más profundos, invisibles, indetectables, laberínticos, en los que ni el hilo de Ariadna es capaz de conducirnos a la salida y en los que acabamos presa de un minotauro que tiene poco de monstruo mitológico y mucho de asuntos del día a día.

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