jueves, 6 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo primero

El jueves pasado me cité para comer con Rebeca, una amiga de toda la vida, y que hacía tiempo que no veía. Fue en una cafetería del centro de Madrid, de esas que tienen un menú del día caro y descuidado, pero que como es de las pocas que quedan a medio camino entre nuestros respectivos lugares de trabajo, solemos, o más bien solíamos, utilizar con frecuencia para nuestras reuniones cada vez menos frecuentes.

Encaminado entonces al lugar de encuentro, y casi llegando, me abordó un tipo que parecía pedir limosna, por su aspecto que hacía juego con el menú de la cafetería en la parte en la que no era caro, y me entregó una publicidad que estuve a punto de rechazar sin ni siquiera leerla, lo cual, por otro lado, es algo que hago generalmente. Esta vez, no se porqué, la acepté, y cuando empecé a leer que era de un vidente llamado profesor Nulaem, tuve la segunda de mis tres tentaciones de tirarla, que no fue la última porque ya sabeis que fueron tres y porque seguí leyendo cuales eran sus especialidades (aquí fue la tercera) hasta que me detuve en su número de teléfono. Un número de móvil que me llamó la atención porque tenía los mismos números que el mío, en distinto orden. Después de un tiempo mirando aquel papelito en el que se prometía recuperar a la persona amada ya perdida, atraer clientes, resolver problemas de imptencia sexual y quitar demonios, como una prueba del popurrí de servicios que el profesor ofrecía, me di cuenta que su nombre, Nulaem, era un anagrama de mi segundo nombre, Manuel, y que ese teléfono y ese nombre, anagramados ambos, no podían ser fruto de la casualidad.

Por este motivo, me decidí a llamar.

(CONTINUARÁ)

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