jueves, 27 de marzo de 2014

lavida.es/cagarla

esto no puede ser seguir así

Lleva un tiempo instaurada en la sociedad la falta de respeto, sin que nadie se preocupe por detener el torrente de insultos que se dedican colectivos que tienen posiciones contrarias. Me gusta una frase de la canción Vecinos, de Kevin Johansen, que dice que "sólo por estar enfrente, ni significa, ni dignifica estar enfrentados". Ultimamente, siempre que hay una manifestación, el objetivo es el insulto y la descalificación, y no el propio de la manifestación, si es que tiene, que a veces ya lo dudo.

Me quiero parecer tan poco al que monta el pollo gratuito, va a la calabozo a dormir y sale al día siguiente en loor de multitudes, a los que tampoco me quiero parecer, como al que reprime comportamientos de forma gratuita o al que dice que cuando un manifestante requiera de la ayuda de la policía, que en su lugar llame a "su puta madre".

Estamos perdiendo el norte. Pero desde hace mucho tiempo.

martes, 25 de marzo de 2014

Viaje de vuelta a Ghana

Buenas noches a todos

Hace unos meses visité un centro de salud de un pueblecito del interior de Ghana que se llama Tsito, lugar de nacimiento del padre de mi profesor de inglés y amigo, Koumar Buakuma. En una entrevista que hicimos a las enfermeras locales, las cuales me sorprendieron (tonto de mi) por el grado de conocimiento que tenían de su profesión, me dijeron que su mayor ilusión sería tener un ecógrafo, para poder ver los bebés dentro de la barriga de las mamás. Tanto fue su entusiasmo, que les prometí que si encontraba alguno de tamaño aceptable, iría a llevárselo.

Tardé un poco de tiempo en encontrarlo en internet, con la ayuda de una amiga de mi hermana que es radióloga, pero ya tenemos detectado cual es le que nos interesa. Además, esta amiga, me conseguirá material adicional para llevar en mi viaje de vuelta a Ghana, aún por decidir cuando lo realizaré, pero que pagaré de mi bolsillo al 100% y será utilizando mis días de vacaciones.

El aparato en sí no es caro (algo más de 2.000 euros) y podría conseguir, no fácilmente, pero podría hacerlo, un puñado de amigos próximos que me ayudaran a comprarlo. Pero no quiero hacerlo así. Quiero haceros partícipes de este proyecto a todos los que queráis, y que cada uno de vosotros que quiera cooperar, aporte su granito de arena; 5, 10, 15 euros, lo que sea. Si se recauda más dinero del que cuesta el ecógrafo, todo se empleará en comprar material médico y medicinas para llevar a Ghana, a este centro de salud o colaborando con algún otro proyecto.

Este sería un proyecto de “crowfunding”, o “financiado por muchos”. La única traba que existe para crear un proyecto así es que deba ser una ONG la que lo solicite, al menos hasta donde yo sé. Esa posibilidad es difícil, por lo que se me ocurren varias formas para recaudar las aportaciones que se hagan, pero me gustaría abrirlo a debate para que me deis vuestras opiniones.

Os iré dando más información a través de facebook o de correo electrónico. Cualquiera que necesite alguna aclaración sobre este proyecto puede escribirme sin problema.

Animaos.

Abrazos y besos para todos.

predicción metereológica


resistir y fluir

resistir.
(Del lat. resistĕre).
1. tr. Tolerar, aguantar o sufrir.
2. tr. Combatir las pasiones, deseos, etc. U. t. c. prnl.
3. intr. Dicho de un cuerpo o de una fuerza: Oponerse a la acción o violencia de otra. U. t. c. tr. y c. prnl.
4. intr. Dicho de una persona o de un animal: pervivir. Este coche todavía resiste.
5. intr. Dicho de una cosa: durar (continuar sirviendo).
6. intr. Repugnar, contrariar, rechazar, contradecir.
7. prnl. Dicho de una persona: Oponerse con fuerza a algo. Se resistió a ser detenido.
8. prnl. Dicho de una cosa: Oponer dificultades para su comprensión, manejo, conocimiento, realización, etc. Este problema se me resiste.

fluir.
(Del lat. fluĕre).
1. intr. Dicho de un líquido o de un gas: correr.
2. intr. Dicho de una idea o de una palabra: Brotar con facilidad de la mente o de la boca.
 
Estamos en época de atrincherarnos. Momento de resistir y fluir.

lunes, 24 de marzo de 2014

lo siento, pero no estoy pa milagros ni reikis

Hace muchos, muchos años, tantos que no habían nacido aún ni Luis Villa ni Claudio Forés, o sea que imaginaos la ostia de tiempo que hace, un relato habla sobre un tipo de melenas y barba, perroflauta él, para más señas e inri, que fue a ver a un colega a su casa, y cuando llegó, su madre le dijo que había muerto. No explican bien los textos si por el efecto de lo que había fumado, eso si, porque fumaba aún declarándose un ecologista protector del universo, le dijo a su madre que quería ver donde le habían enterrado, porque a él se levantaría para verlo. Cuentan también esos escritos que el perroflauta, cuando llegó a la cripta funeraria, le pegó una voz al muerto y le ordenó: "Lázaro, levántate y anda". Sólo por el efecto de esas palabras, Lázaro, muy disciplinado él, se levantuvo y andó.

Esta historieta, que la leí algún día en algún sitio, o alguien me dijo que lo había leído, yo, que soy muy de ciencias, no me la creo.

Este finde pasado ha sido, no entero, gracias a dios, un reencuentro con lo intangible. Por lo visto y lo oído. Una amiga fue a un encuentro entre amigos, una de las cuales hace reiki, sin saber yo si el reiki se hace, se interpreta o se sufre. Es decir, no sé que verbo utilizar para acompañar a reiki. La palabra, reconozco, me sonaba extraña, y aunque tenía algún prejuicio en la cabeza acerca, consulté esa fuente de sabiduría que es wikipedia. El reiki, inventado por un monje japonés que nació en 1922, es una técnica de imposición de manos que (dice que) cura a través de captación de energía universal. Yo, mientras, pagando la luz como un tonto.

Y en una serie de conferencias en la que estuve este sábado, una mujer describía una forma de terapia curativa basada en la música. Mi mente, muy de ciencias ella, igual que yo, seguro que uno lo ha heredado de la otra o al revés, se puso a visualizar la forma de sanar una fractura abierta de tibia y peroné en base a escuchar de forma reiterada y contínua el "E lucevan le stelle" de Tosca. Para vibrar interiormente, me vale, para el dañado peroné, prefiero la antigua y en extinción férula o escayola y el reposo.

Estos métodos de curación, yo, que soy muy de ciencias, tampoco me los creo. Ustedes me van a perdonar.

He sacado en claro, eso sí, que Luis y Claudio "no son más vieyos que los milagros".

domingo, 23 de marzo de 2014

el día que despertó el niño interior

Un viernes cualquiera, J sale del gimnasio a las 8 de la tarde. Este es un viernes de primavera aún temprana, el sol se acaba de poner hace menos de una hora y, aunque no hace frío, las calles están cubiertas de lluvia reciente y casi desiertas. De vuelta a casa, por el mismo camino que toma habitualmente, una calle estrecha con circulación de tráfico en un solo sentido, sólo visualiza, acercándose, por su acera, a un hombre mayor, algo encorvado ya, que camina con ligera torpeza, ayudado por su bastón.

A lo lejos, por la acera contraria, la única en la que se permite el estacionamiento de vehículos, se oye a una persona que grita, en tono amenzante, pero aparentemente sin dirigirse a nadie. J camina tranquilamente y las voces se acercan, a un paso más rápido que el anciano del bastón. Cuando el hombre se encuentra a la altura de J, casi al mismo tiempo que se cruza con el anciano, se detiene a mear entre dos coches y le reta con la mirada hablando muy alto, pero ya sin gritar, y mirándole, pero sin dirigirse aparentemente a J. J se para, gira en dirección al hombre y le mira fijamente. El anciano parece no haberse dado cuenta de la presencia ni de J ni del hombre. Mejor para él.

Los fantasmas de J salen de debajo de la cama, como cuando apagaba la luz al acostarse, hace ya tiempo. Esta vez han salido a la luz del día que termina y de la iluminación de las farolas que comienza, pero parecen restos de lo que fueron. J, instintivamente, aprieta uno de sus puños y los fantasmas retroceden. El hombre ha terminado ya de hacer sus necesidades y continúa su marcha. J cruza de acera, le ve alejarse, quieto, mientras el hombre ha dejado ya de gritar. Siente a sus espaldas que J le mira, pero no se gira para comprobarlo, o no se atreve a girar.

A unos 50 metros de J, el hombre entra hacia un callejón, a su derecha y J decide seguirlo. El callejón es oscuro, y hay un portal al fondo, en el que ha visto deslizarse a una sombra. Avanza ahora a paso rápido mientras sus manos encogen los dedos en los puños y luego los estiran, contínuamente, siguiendo el ritmo de sus pies. J entra en el portal. Antes de un minuto, se escucha un ruido sordo, y luego algo que se desploma. J sale del portal en sombras tranquilo, recuperado el paso que llevaba camino de casa.

"Sólo quería ver el miedo en sus ojos, necesitaba verlo", se dice mientras piensa en que va a cenar esa noche.

viernes, 21 de marzo de 2014

la ley de irreversibilidad de desencuentros de segundo orden

Sea una sucesión de hechos correlativos de orden p: 1, 2, 3, ... p

Supongamos que en el suceso m, siendo m menor que p, se produce un primer desencuentro, llamado desencuentro de primer orden, y supongamos que se introduce un segundo desencuentro, llamado de segundo orden, en el suceso n, siendo m menor que n menor que p.

Tras un desencuentro de segundo orden, las probabilidades que existen de que ocurra el suceso p tienden a cero cuando p tiende a infinito.

jueves, 20 de marzo de 2014

aqb

Tienes muchas cosas que envidiar.

Vives con paciente tranquilidad lo que sabes que vendrá, como la primavera siempre espera, aunque el invierno sea largo. Tienes objetivos claros, bien diseñados, en precisos sístoles y diástoles, y los describes con palabras y gestos acompasados, piezas de un rompecabezas que encajan en armonía. Caminas con la cabeza arriba de los orgullosos y con el paso firme de los valientes, a veces frágil por dentro, pero lo que puedo ver es una convicción que se antoja indestructible. Rebosas ganas de vivir.

Tu llegada es bienvenida.

lunes, 17 de marzo de 2014

mientras duermes

mientras duermes conmigo, te observo con detalle; de tu espalda desnuda, con tacto suave y mirada precisa, memorizo tu piel y tus curvas

mientras duermes sin mi, te recuerdo sin prisa; cierro los ojos, acaricio tu piel y dibujo esas curvas que ya me sé de memoria

domingo, 16 de marzo de 2014

primer haiku

tu respiración,
mis manos, tu cintura
y tus caderas.

jueves, 13 de marzo de 2014

miércoles, 12 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo sexto

(Se abre el telón. Una luz de un foco apunta a un hombre de mediana edad sentado frente a una mesa, en algo que podría ser un salón. Frente a él, únicamente una taza, parece que de café, un papel con algo pintarrajeado en él y un teléfono móvil. El hombre está apoyado sobre la mesa con los brazos cruzados, y tiene cara de indecisión.)

Al día siguiente me levanté temprano, y a las once y media de la mañana ya estaba casi totalmente en pie. Sé que puede no parecer temprano para tocar a maitines, pero si para tomar el vermut, por ejemplo. Trasnochar el día anterior para averiguar el paradero del profesor me había dejado manualmente agotado. Iba a llamar de nuevo al teléfono de marras, y esta vez no podía hacerlo a las bravas, como la primera ocasión, pero para urdir un buen plan con una adecuada estrategia, tenía que ayudarme alguien más inteligente que yo.

Pensé entonces que lo mejor sería consultarlo con mi amigo José, a quien yo recurría siempre en mis momentos de duda, porque él si que era un intelectual de los de verdad. José se autodenominaba a si mismo inventor de palabras, y su ídolo era Matías Martí, el personaje de La Colmena de Cela. Contaba orgulloso que su gran creación era la acepción mejodar (también con versión reflexiva), que él definía como mejorar para peor, y que llegó incluso a enviar a José María Merino, para el estudio de inclusión, por parte de la RAE, en el RDLE. Fracasó también, además, en convencer a la policía nacional de que figurase inventor de palabras como profesión en el dni, y eso que llegó a ofrecerles a cambio hasta seis puntos de su carnet de conducir.

Había quedado con José a la 1 en una cervecería de Chamberí, cerca de la plaza de Olavide y, como en todas y cada una de mis citas, llegué tarde, cuando mi contertulio, confesor y amigo se encontraba ya saboreando la primera caña. Nos dimos un fuerte apretón de manos y un masculino abrazo y, como me temía, sin darme tiempo a pedir mi caña ni a sentarme, comenzó a hablarme de su última idea de agro-marketing para intentar lanzar "mejodar" al mercado, que no era otra que intentar que Chiquito de la Calzada la usase en sus chistes. "Como fistro no se ha inventado nunca palabra igual", le dije, y creo que le dañé en ese momento en su amor propio, en los tentáculos propiamente dichos.

Entonces tuve una ligera duda de que fuese cien por cien la persona idónea para ayudarme en mi empresa, pero era, a nuestro pesar, el intelectual de mayor rango al que yo tenía acceso y no debía saltarme la cadena de mando. Así pues, esperé la media hora de rigor de mis conversaciones con José en las que hago como que le estoy atendiendo y pienso en mis cosas, en lo que de verdad me preocupa, y le empecé a contar toda mi historia.

"El jueves pasado me cité para comer con Rebeca, una amiga de toda la vida, y que hacía tiempo que no veía. Fue en una cafetería del centro de Madrid, de esas que tienen un menú del día caro y descuidado, pero que como es de las pocas que quedan a medio camino entre nuestros respectivos lugares de trabajo, solemos, o más bien solíamos, utilizar con frecuencia para nuestras reuniones cada vez menos frecuentes."

(YA NO CONTINUARÁ)

sé que esperas por mi

no quiero más dolores
ni más carmín en mi lecho
ni besos que no sean tuyos
ni perfumes inciertos
ni caricias perturbantes
y ni infiernos ni cielos
ni sol en días de lluvia
porque todavía somos amantes

"mais um fado no fado"

martes, 11 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo quinto

Martes de madrugada, 3 am. Pobres de aquellos que padezcan de insomnio, porque ni suyo será el reino de los cielos ni hay nada que ver en la tele por la noche. Bueno, casi nada, porque zapeando en busca del profesor encontré un didáctico concurso en el que rellenaban crucigramas on line que completaba una azafata semi desnuda que se parecia mucho a Karolina. No me acuerdo bien ahora si lo que completaba eran palabras o si giraba una noria, detalles nimios, pero si de que tengo que poner el despertador para levantarme mañana a la misma hora para ver como termina el concurso.

En fin, que en nombre de la cultura, ensimismado como estuve casi media hora en adivinar la canción que bailaba Karolina con tanta sensibilidad como poca ropa, llegué al canal 36 de mi televisión tarde suficiente como para no verle la cara a un tipo vestido de zíngaro que se retiraba tras un decorado descolorido muy cutre, pero a tiempo para ver sobreimpresionado el nombre del profesor Nulaem, y su número de teléfono, que terminaba en 54 en vez de en 45, como yo pensaba. No lo he dicho hasta ahora, pero soy un experto en recordar números, tremenda estupidez, lo sé, igual que recordar el nombre de actores de cine porno finlandeses, otra extraña, inquietante y dudosa habilidad de la casa.

Apunté el número mientras en negro se fundía la tarjeta de presentación de nuestro querido profesor, y fui a buscar la publicidad que aún guardaba. Efectivamente, fuera falsas modestias, el número que figuraba era el que yo recordaba. Volví a releer los casos en los que estaba especializado y de nuevo me sorprendí de la versatilidad de Nulaem. Era, sin duda, un renacentista de los asuntos del corazón, un experto en todos esos campos, era un Leonardo moderno; yo diría que más Dantes que Da Vinci, por abundar en el detalle y por el aspecto con el que yo me lo imaginaba, pero un Leonardo, al fin y al cabo. Y espantaba demonios.

Como ya era un poco tarde, dejé para el día siguiente la idea de telefonear de nuevo para pedir consulta con Nulaem y me fui a la cama no sin casualmente comprobar que Karolina no se había quitado aún toda la ropa. "Debo aprender a programar el grabador de deuvedés", recuerdo que no me acuerdo porqué me lo dije.

(CONTINUARÁ)

di algo

palabras

ojos perfilados en lila
atracción
seducción
hundimiento

lunes, 10 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo cuarto

Me encaminé hacia casa cabizbajo, como el amante que sabe que lo acaban de rechazar a las primeras de cambio, sin palabras, sólo por gestos, casi sin haberle dado oportunidad a desplegar sus habilidades, las pocas que se habían salvado del naufragio del ego. Cociné algo rápido para cenar y lo digerí mientras veía "El tercer hombre" por enésima vez. Y por enésima vez sentí esa mezcla de angustia y nervios hasta que aparece Harry Lime.

Al día siguiente, concentré mis miedos en la cena de esa noche, en casa de Pedro, un compañero de trabajo portugués casado con una polaca, Lydia, que me habían tendido un cita a ciegas, precipicio por el que había caído sin hacer mucho esfuerzo en sujetarme a ninguna rama del borde. La cena la preparaba Lydia, y, en ausencia de platos polacos con los que deleitar, había pensado en presentar un "porco preto" alentejano (léase la j entre una y y una x española) como plato principal.

De la cena me preocupaba la cita, de la cita, como ir vestido y de como ir vestido, mi mal gusto. Siempre me equivoco en estas ocasiones, siendo estas un eufemismo de modestia por todas, por lo que decidí ir cómodo, por lo menos. Cuando Lydia me abrió la puerta, por el simple y mero hecho de como ella me miró, ya supe que algún color, textil o estilo no encajaban. Porque me tiene otra mirada reservada para cuando no encaja nada.

Me pasó a la cocina, donde me entregó un dossier de Karolina, una polaca amiga de una amiga suya y que pasaría una temporada en España estudiando algo que me dijo y que deduzco no me importó un carajo a tenor de las veces que, según me contaron después, yo le pregunté que es lo que iba a hacer en Madrid esos meses. Lo que si recuerdo es que la tal Karolina era una rubia altísima con un cuerpo impresionante y unas piernas interminables, y yo, a su lado, por mi estatura y mi lamentable nivel de inglés, lo único que hablaba la polacona además de una lengua materna ininteligible, un híbrido entre Paco Martínez-Soria y Alfredo Landa.

Desgraciadamente para mí, lo realmente importante de la cena de esa noche fue que la Karolina en cuestión era una superfanática de los programas esos de videntes que uno sintoniza en la televisión por la noche, de madrugada, haciendo zapping esperando algo más subido de tono. Así, pensé, igual encuentro al profesor Nulaem o igual encuentro algo más subido de tono.

"Sólo tienes cartas ganadoras, es una apuesta segura", me dije.

(CONTINUARÁ)

el tablero de direcciones

cuando Cortázar escribió Rayuela, ¿porque eligió un orden para leer la novela distinto al orden en el que está editada?

domingo, 9 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo tercero

Pasé al despacho y me fue presentado el dermatólogo Manuel Valdivia. Los innumerables títulos y diplomas de la pared cumplieron la doble función de hacerme el mudo y protocolario acto de presentación y de recordarme la teoría de las carencias. Estoy convencido de que, como nadie se para a mirar, entre todos aquellos papeles colgados, uno, al menos, era un premio obtenido en una carrera de sacos de algún pueblo de la provincia de León cerca de Ponferrada, colocado ex profeso para hacer bulto.

El doctor Valdivia se asemejaba nada a lo que yo esperaba de un experto en artes ocultas, y más bien se parecía a algún oportunista profesor de tenis de bronceado californiano y pelo canoso engominado. Llevaba, además, un atuendo de enfermero de medio pelo, como si acabase de llegar de comprarlo apuradamente para carnavales en un chino de todo a un euro. A todo esto, yo me había olvidado del profesor Nuleam, cuando el doctor se dirigió a mi:

- Y bien, usted me dirá.

Saliendo del paso como pude, le hablé de un lunar que tengo en mi brazo derecho, del que me sugirió seguir su evolución antes de alarmarme por algo de lo que creo que no había demostrado ninguna evidencia. Me ventiló en menos de cinco minutos con un "vuelva usted dentro de seis meses o antes, si nota que el lunar evoluciona". Pensando en el lunar creciendo en mi como el octavo pasajero de Ridley Scott en Sigourney Weaver, salí de la consulta, obviamente sin pensar en volver a los seis meses, ni siquiera en el caso de que al alien le hubiera salido el primer diente.

Decepcionado por no haber conocido al profesor Nulaem y desorientado porque pensé que la única explicación de esa confusión era un error originado en mi falta de atención, entré en un supermercado próximo a la consulta del dermatólogo Valdivia a pasear por los pasillos de los detergentes y suavizantes. Creo no haberlo dicho antes: me gusta el olor a limpio.

(CONTINUARA)

la caída del (otro) muro
















sábado, 8 de marzo de 2014

viernes, 7 de marzo de 2014

Los indios / 4

En la isla de Vancouver, cuenta Ruth Benedict, los indios celebran torneos para medir la grandeza de los príncipes. Los rivales competían destruyendo sus bienes. Arrojaban al fuego sus canoas, su aceite de pescado y sus huevos de salmón; y desde un alto promontorio echaban a la mar sus mantas y sus vasijas.
Vencía el que se despojaba de todo.

Eduardo Galeano.
El Libro de los Abrazos.

el profesor Nulaem - capítulo segundo

Lo primero que tuve que pensar fue la excusa que daría para reservar hora. Problemas conyugales, decidí. Era tan ambigua la descripción que valdría tanto para seguir la farsa por una impotencia como por un asunto de cuernos, confeso o no, y dado que ambos entraban dentro del ámbito de actación del profesor, me pareció adecuada.

Las dos primeras llamadas al número que figuraba en la publicidad, el causante de que yo estuviera metido en el lío en el que estaba, puesto que para mi ya suponia estar bastante liado el hecho de estar llamando, fueron infructuosas. Saltos al vacío de un contestador impersonal, tras una horrorosa música de una cumbia o algo que pretendía parecérsele.

Pero a la tercera fue la vencida. Me contestó una voz de una mujer que me citó en una calle de las que tienen un nombre que uno nunca recuerda, pero el portal, la escalera y el piso eran reconocidos: 17, escalera 2, 4º B. A estas alturas, nadie dudará que yo vivo también en ese número de portal, escalera y piso. Me atendió como si fuera una secretaria de consulta médica, con absoluta discreción, corrección y educación, y me dio cita para 2 días después. Todo era raro y me desencajaba, empezando por las raras coincidencias, y siguiendo porque esperaba una respuesta extraña, friki, al teléfono y fue lo mas normal que me habia ocurrido en el episodio previo a conocer al profesor.

Cuando acudí, me recibió una mujer de mediana edad, a la que ya se le habian pasado sus dias de gloria sin que ella se hubiese dado cuenta, posiblemente. Comprobó que yo tuviera cita en una agenda de esas que regalan las casas de cosméticos que tenía sobre la mesa y me pasó a una sala pequeña, con unos cuantos cuadros de mapas geográficos de España, dos lámparas, una de las cuales estaba apagada o tenía la bombilla fundida, papel pintado de color beige en las paredes, seis sillas de estructura metalica y tela roja y dos butacas de cuero negro. En una mesa de cristal, en el centro de la sala, había un montón de revistas, fundamentalmente del corazón, con portadas muy gastadas, desordenadas y la mayoría, como comprobé mas tarde, atrasadas. Tres personas esperaban en la sala cuando entré. Una pareja mayor, en edad de jubilación los dos, y una chica que no llegaba a los 40 años, delgada, atractiva y que no aparentaba estar pasando por ninguno de los problemas para los que el profesor Nulaem tenia remedio.

Después de esperar unos veinte minutos, la recepcionista sin gloria me pasó a la consulta del profesor.

(CONTINUARÁ)

debería estar prohibido

debería estar prohibido ser guapa, alta, inteligente, atractiva, bailar bien y cantar bien, ¿no? no se necesitan tener tantas cosas...

jueves, 6 de marzo de 2014

el profesor Nulaem - capítulo primero

El jueves pasado me cité para comer con Rebeca, una amiga de toda la vida, y que hacía tiempo que no veía. Fue en una cafetería del centro de Madrid, de esas que tienen un menú del día caro y descuidado, pero que como es de las pocas que quedan a medio camino entre nuestros respectivos lugares de trabajo, solemos, o más bien solíamos, utilizar con frecuencia para nuestras reuniones cada vez menos frecuentes.

Encaminado entonces al lugar de encuentro, y casi llegando, me abordó un tipo que parecía pedir limosna, por su aspecto que hacía juego con el menú de la cafetería en la parte en la que no era caro, y me entregó una publicidad que estuve a punto de rechazar sin ni siquiera leerla, lo cual, por otro lado, es algo que hago generalmente. Esta vez, no se porqué, la acepté, y cuando empecé a leer que era de un vidente llamado profesor Nulaem, tuve la segunda de mis tres tentaciones de tirarla, que no fue la última porque ya sabeis que fueron tres y porque seguí leyendo cuales eran sus especialidades (aquí fue la tercera) hasta que me detuve en su número de teléfono. Un número de móvil que me llamó la atención porque tenía los mismos números que el mío, en distinto orden. Después de un tiempo mirando aquel papelito en el que se prometía recuperar a la persona amada ya perdida, atraer clientes, resolver problemas de imptencia sexual y quitar demonios, como una prueba del popurrí de servicios que el profesor ofrecía, me di cuenta que su nombre, Nulaem, era un anagrama de mi segundo nombre, Manuel, y que ese teléfono y ese nombre, anagramados ambos, no podían ser fruto de la casualidad.

Por este motivo, me decidí a llamar.

(CONTINUARÁ)

lutherapia

querido diario

mamá, tengo que pedirte, por favor, que este mes no me juzques por mis notas, que ya te quiero adelantar que van a ser peores que a las que estás acostumbrada.

hay una niña nueva en el cole que me distrae, que casi siempre lleva puesto un vestido azul, que tiene unos ojos negros, grandes, y que cuando mira, parece que se va a acabar el mundo; ya no me apetece salir al recreo, y no soy capaz de concentrarme para hacer los deberes.

¡ayúdame, mamá! ¿qué tengo que hacer?

martes, 4 de marzo de 2014

fait nombre 1

si dios volviese a la tierra, supuesto el caso de que ya haya venido una vez y recuerde el camino, no iría a la iglesia, por la misma razón por la que groucho march justificó que no aceptaría ser socio de un club que lo admitiera como tal

domingo, 2 de marzo de 2014

última escena

gotas de lluvia fijas, inmóviles, paradas sobre los cristales de las ventanas de una habitación a oscuras, sólo iluminada por las luces que vienen de la calle, donde es de noche y el tiempo parece frío pero no desapacible.

dos copas de cristal sobre una mesa de madera, una con manchas de carmín en los bordes y las dos con restos de vino tinto en el fondo.

una mujer camina despacio hacia la ventana, de espaldas a la cámara, con una camiseta negra de tirantes, con los hombros desnudos. En un plano más corto, de su cuello y de su hombro derecho, unos labios de hombre se acercan y le rozan el cuello lentamente, sin besarlo.

la mujer se estremece y se gira a cámara lenta.

fundido en negro.
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