jueves, 29 de diciembre de 2016

será mejor que desaparezca por un tiempo (II)

Soy de pedir tortillas en los desayunos de los hoteles, especialmente cuando se hacen en el momento, y desde la primera que me preparó aquella cocinera, ya no tuve ninguna duda de cual iba a ser una de las comidas principales de mi dieta. Desde el primer desayuno, María, como supe después que se llamaba, me regaló su profesionalidad, su dedicación y su acento, que me enteré que era salvadoreño. Centroamericana, no sudamericana, pensé.

En mi segundo desayuno, aprovechando que había pocas personas en el hotel a esa hora, charlamos un rato, y me contó que tenía tres hijos adolescentes que alimentar, ella sola, sin ayuda de un padre, que hacía años ya se había dado a la fuga, sin la delicadeza de dejar una dirección donde poder localizarle. Creo que fue por una pregunta mía que me dijo que a sus hijos les gustaba el fútbol, y mucho. Mientras conversábamos, hizo gala de memoria, porque recordaba perfectamente cómo le había pedido la tortilla el día anterior, la cual me entregó esta vez sin mi petición habitual.

Antes del siguiente viaje a EEUU, recordé la conversación y rebusqué en unos cajones en los que sabía que tenía camisetas antiguas de fútbol del Sporting de Gijón, prácticamente sin usar, y las metí en la maleta con la intención de dárselas a María para sus hijos. Se emocionó cuando se las entregué, hasta el punto de confesarme que nunca en su vida había recibido un regalo, y ese, aunque no fuera para ella, le hacía una ilusión enorme. Hablando de la afición de sus hijos por el fútbol, me contó que una de las suyas era leer. Y como en casa yo tenía un montón de libros o ya leídos o esperando por ser leídos, que seguro agradecerían ser acariciados por un lector apasionado, me puse a pensar cuál podría regalarle.

(CONTINUARÄ)

No hay comentarios:

free hit counters