martes, 28 de enero de 2014

cuarto viaje a Gambia y segundo a Senegal

La semana pasada tuve la oportunidad de volver a Gambia, a echar una mano en el montaje de una instalación solar nueva para alimentar la bomba que impulsa el agua al depósito del pueblo. Agua movida con energía gratis, la del sol. Agua que desde hace 7 años, más o menos, no tenían más que una vez por semana, utilizando un generador diesel que les costaba un dinero importante.

He aprendido mucho en esta semana, de instalaciones solares, que es importante, por lo que se puede ayudar, pero sobre humanidad muhísimo más. Gente que está al borde de no tener nada y que no sólo no te pide sino que, además, te da lo que tiene. Personas de esas de las que habla Galeano en sus relatos cortos, que serían jefes de cualquier tribu en la que se exigiera darlo todo, quedar sin nada. Ojalá uno se pudiera parecer tan sólo un poco a esa gente. Uno aporta su granito de arena, y a veces queda hasta tranquilo de conciencia; no debemos engañarnos, todavía se pueden hacer muchas cosas más.

Tenemos que exigirnos.









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