Ya te lo advirtió el poeta. La condena más áspera llegará cuando los piescales que no han dado cosecha aún comiencen a enseñar su flor, cuando los olivos, esos de la carretera que tan bien conoces, empiecen, alegres, a verdear sus frutos.
Mientras tanto, sólo te queda esperar. La maldición dice que tres meses. Esperar sin esperar.
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