jueves, 22 de julio de 2010

El síndrome de Edwards

Una de las niñas a las que da soporte el Hospicjum (la h se lee como una j, la c como una s y la j como una i, algo así como jospisium, castellanizado) de Varsovia se llama Kasia y tiene síndrome de Edwards. Es una enfermedad letal, aquél que nace con ella tiene una esperanza de vida menor de 1 año. Kasia es un milagro, porque ya tiene 12 y es una bendición para su familia, que la adora. Cómo le ha dado pelea al síndrome seguro que es porque es una niña muy fuerte, cómo ha logrado romper estadísticas, seguro que nadie se lo explica aún.

Por el mero hecho de recogerle la correspondencia a mi casero y enviársela a Wroclaw, un día vi un sobre del Hospicjum, supongo que suficientemente sobresaliente como para que me fijara en él y con una palabra, diecki, niños, en polaco, de las pocas que conozco, que me llamó la atención. Hospicio para niños, decía el sobre. Busqué en internet, encontré su web, y les escribí un correo electrónico para ofrecerme como voluntario para ayudarles en lo que pudiera, destacando mi condición de español, angloparlante limitado y mal hablador de polaco. Tardaron varias semanas en contestarme, ya casi creía que no miraban el correo cuando un día Lukasz me contestó y me citaron para una entrevista. Me explicaron que sus ayudas no sólo son para los niños sino para sus familias, a veces consiste simplemente en acompañar a los hermanos de los niños enfermos al cine, incluso siguen dando soporte a las familias cuando los niños se mueren. Porque algunos niños que atienden se mueren.

Hoy por la mañana fui con una enfermera a casa de Kasia, en Młodzieszyn, a 60 km de Varsovia. "Es duro, es un trabajo triste, algunos niños se mueren, muchos voluntarios abandonan y lo entendemos", me dijo la enfermera durante el viaje. Más duro es para los niños y para sus familias, y ellos aguantan, pensé yo. Muchos de los niños viven en zonas rurales en las cercanías de Varsovia y sus familias no tienen dinero suficiente para sufragar los gastos médicos, por ejemplo, de ahí que pidan soporte al Hospicio.

Las colaboraciones con el Hospicio pueden ser muy variadas, desde ropa hasta dinero. Os pediré vuestra ayuda, porque me gustaría llevarles en algún momento un detalle desde España. Cuento con vosotros y sé que no me vais a fallar.

Es posible que mi voluntariado consista en visitar a esta familia, enseñándoles inglés e igual español a los hermanos y a la madre de Kasia.

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