sábado, 26 de febrero de 2011
viernes, 25 de febrero de 2011
Vientos de cambio
Ninguna conversación es banal, estoy convencido. No soy tan listo como el mercader que charlaba con el plantador de dátiles, pero seguro que algo aprenderé de dos de ellas que he tenido hoy.
Estamos cambiando de oficinas, para la semana que viene estaremos ya alojados en las nuevas y hoy, con la vieja oficina patas arriba, los armarios desmontados y casi vacía, la sensación era extraña. Estuve hablándolo con una compañera, a quien hace unos meses se le murió su novio en un accidente de tráfico volviendo de vacaciones, y me hizo un comentario sobre los tiempos de cambio. En la vida, lo que uno cree que es para siempre es temporal, y lo que se plantea por un tiempecito, acaba siendo definitivo.
La segunda de las conversaciones fue con el taxista, camino del aeropuerto. Tenía ganas de hablar (él). Estaba separándose de su mujer, la cual estaba intentando "robarle" (empleó textualmente la palabra "steal") porque decía que no se merecía la mitad de los bienes que le concede la ley. Sus hijos, una chica de 37 años, casada y con dos hijos, y un chico de 27, se habían puesto de parte de su madre. Se apellidaba Bach, y su abuelo había sido un alemán expatriado alistado en la legión extranjera de Napoleón y que se quedó en Polonia, atraído primero y atrapado después por el canto de una sirena polaca de secano. El atentado a las torres gemelas le pilló de vacaciones en Lloret de Mar. Estuvo trabajando durante años en EEUU, como entrenador de fútbol de diferentes universidades hace unos 20 años, y cuando regresó a Polonia fue segundo entrenador del Legia Varsovia. Todo un personaje.
La vida en Varsovia se mece al ritmo que marca el viento. Viento de cambio.
Estamos cambiando de oficinas, para la semana que viene estaremos ya alojados en las nuevas y hoy, con la vieja oficina patas arriba, los armarios desmontados y casi vacía, la sensación era extraña. Estuve hablándolo con una compañera, a quien hace unos meses se le murió su novio en un accidente de tráfico volviendo de vacaciones, y me hizo un comentario sobre los tiempos de cambio. En la vida, lo que uno cree que es para siempre es temporal, y lo que se plantea por un tiempecito, acaba siendo definitivo.
La segunda de las conversaciones fue con el taxista, camino del aeropuerto. Tenía ganas de hablar (él). Estaba separándose de su mujer, la cual estaba intentando "robarle" (empleó textualmente la palabra "steal") porque decía que no se merecía la mitad de los bienes que le concede la ley. Sus hijos, una chica de 37 años, casada y con dos hijos, y un chico de 27, se habían puesto de parte de su madre. Se apellidaba Bach, y su abuelo había sido un alemán expatriado alistado en la legión extranjera de Napoleón y que se quedó en Polonia, atraído primero y atrapado después por el canto de una sirena polaca de secano. El atentado a las torres gemelas le pilló de vacaciones en Lloret de Mar. Estuvo trabajando durante años en EEUU, como entrenador de fútbol de diferentes universidades hace unos 20 años, y cuando regresó a Polonia fue segundo entrenador del Legia Varsovia. Todo un personaje.
La vida en Varsovia se mece al ritmo que marca el viento. Viento de cambio.
jueves, 24 de febrero de 2011
te quiero más que a mi vida, llorona
Noticias en Radio Francia Internacional, esta mañana se inició en Kyoto, Japón, la conferencia internacional sobre cambios climáticos, tienen la difícil tarea de encontrar un acuerdo que permita luchar eficazmente contra el calentamiento progresivo del planeta, la magnitud y la gravedad de este reto planetario contrasta con el escepticismo que predomina en cuanto a los resultados de esta cumbre; las divergencias han vuelto a resurgir en vísperas de esta conferencia de Kyoto, en particular entre los países ricos y los países en vías de desarrollo. Estados Unidos, país responsable de una cuarta parte de las emisiones planetarias de gas carbónico, no es un modelo de referencia.
miércoles, 23 de febrero de 2011
un adepto convencido
Conozco personas que son como el whisky: o lo adoras, o lo odias o pasas de odiarlo a adorarlo.
martes, 22 de febrero de 2011
Estos días azules y este sol de la infancia
Un día como hoy, hace 72 años, moría en Colliure, Francia, tras menos de un mes de exilio, Antonio Machado.
"Caminante son tus huellas
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
..."
"Caminante son tus huellas
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
..."
lunes, 21 de febrero de 2011
domingo, 20 de febrero de 2011
El plantador de dátiles
En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Elihau de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Elihau transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
— ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
— Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.
— ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
— Siembro –contestó el viejo.
— ¿Qué siembras aquí, Elihau?
— Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.
— ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente.
— El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
— No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
— Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
— No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
— Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
— Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido,vale la pena terminar mi tarea.
— Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me has dado – y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
— Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
— Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
— Y a veces pasa esto – siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas —: sembré para no cosechar y antes determinar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
— Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte.
— ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
— Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.
— ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
— Siembro –contestó el viejo.
— ¿Qué siembras aquí, Elihau?
— Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.
— ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente.
— El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
— No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
— Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
— No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
— Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
— Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido,vale la pena terminar mi tarea.
— Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me has dado – y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
— Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
— Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
— Y a veces pasa esto – siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas —: sembré para no cosechar y antes determinar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
— Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte.
sábado, 19 de febrero de 2011
La edad no perdona
Un grupo de amigos cuarentones se encuentran para elegir el sitio donde cenar todos juntos. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque las camareras son guapas, llevan minifalda y escotes generosos.
Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú es muy bueno y hay una magnífica carta de vinos.
Diez años después, los mismos amigos, ya sesentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque es un sitio tranquilo, sin ruidos y tiene salón para no fumadores.
Diez años después, los mismos amigos, ya setentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tiene acceso para sillas de inválidos e incluso hay ascensor.
Diez años después, los mismos amigos, ya octogenarios, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coinciden en que es una gran idea porque nunca han cenado allí.
Diez años después, los mismos amigos, ya cincuentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el menú es muy bueno y hay una magnífica carta de vinos.
Diez años después, los mismos amigos, ya sesentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque es un sitio tranquilo, sin ruidos y tiene salón para no fumadores.
Diez años después, los mismos amigos, ya setentones, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, porque el restaurante tiene acceso para sillas de inválidos e incluso hay ascensor.
Diez años después, los mismos amigos, ya octogenarios, se reunen de nuevo para elegir el restaurante donde ir a cenar. Finalmente se ponen de acuerdo en cenar en el restaurante del Café Central, y todos coinciden en que es una gran idea porque nunca han cenado allí.
Inteligencia natural (IV)
Ante tales demostraciones de inteligencia natural, uno no puede por más que claudicar, echarse a un lado, dejar paso y declararse, en la escala evolutiva, a la misma altura que el calamar africano.
El loess o la estructura de castillos de naipes
El loess es un tipo especial de suelo formado por sedimentos, que tiene la caracterísitica de que se dispone en forma de castillo de naipes. Tiene una capacidad portante baja y colapsa a compresión, especialmente ante la presencia de agua.
Las relaciones personales de los expatriados se asemejan al loess, también tienen forma de castillo de naipes, o de fichas de dominó, y la primera tira a las demás. Mi particular loess en Varsovia colapsa, en presencia de nieve, que no deja de ser agua en un estado diferente de la materia.
Las relaciones personales de los expatriados se asemejan al loess, también tienen forma de castillo de naipes, o de fichas de dominó, y la primera tira a las demás. Mi particular loess en Varsovia colapsa, en presencia de nieve, que no deja de ser agua en un estado diferente de la materia.
viernes, 18 de febrero de 2011
Premoniciones
(11 de febrero de 2011, en el Ambigú, en Gijón. Nico está sentado dentro, yo salí al Muro, por algo sucedió)
Una ola rompiendo, lejana.
El viento moviendo las hojas de las palmeras.
Algo estaba pasando.
Una ola rompiendo, lejana.
El viento moviendo las hojas de las palmeras.
Algo estaba pasando.
jueves, 17 de febrero de 2011
Un papel
Según una tradición, debes escribir tus deseos para el año nuevo en un papel y dormir con él bajo la almohada en la nochevieja.
Escribí cuatro cosas.
"pedi algo diferente,
pedi algo original,
no ser tan indolente,
pedi algo por los demás"
Escribí cuatro cosas.
"pedi algo diferente,
pedi algo original,
no ser tan indolente,
pedi algo por los demás"
"Encontrarás lo que buscas si ...
.. guardas lo que no necesitas". Me debato entre esta frase, leída en algún libro de Saramago, no recuerdo en cual, y esta otra, releida en Soldados de Salamina: "uno no encuentra lo que busca, sino lo que la realidad le entrega".
Esta última frase encierra, desde mi punto de vista, un realismo resignado o una resignación realista, pero, en todo caso, un halo de determinismo que no me gusta. La realidad podrá ser como quiera, podrá mostrarnos el ángulo que más le apetezca, a veces uno muy distorsionado, desde el que se ven las cosas en unas ocasiones color de rosa y otras negras, pero si no se encuentra lo que se busca, conviene insistir, se debe insistir, conviene seguir equivocándose, debemos seguir equivocándonos.
No resignarse. Es lo que nos queda.
Esta última frase encierra, desde mi punto de vista, un realismo resignado o una resignación realista, pero, en todo caso, un halo de determinismo que no me gusta. La realidad podrá ser como quiera, podrá mostrarnos el ángulo que más le apetezca, a veces uno muy distorsionado, desde el que se ven las cosas en unas ocasiones color de rosa y otras negras, pero si no se encuentra lo que se busca, conviene insistir, se debe insistir, conviene seguir equivocándose, debemos seguir equivocándonos.
No resignarse. Es lo que nos queda.
olvido
De "www.elcastellano.org"
Desde el siglo XIX, el mecanismo del olvido ha sido uno de los temas favoritos de los psicólogos debido a la importancia de la memoria en el funcionamiento de la actividad intelectual como un todo.
La palabra olvido es más antigua que la propia historia de la humanidad. En efecto, sus orígenes se remontan a las lenguas prehistóricas indoeuropeas, en las cuales la raíz lei-w dio lugar en latín al verbo oblivisci 'olvidar', de cuyo participio pasivo oblitus se derivó en latín vulgar el verbo oblitare, a partir del cual se formó el verbo castellano olvidar, así como el francés oublier.
Cortázar toca el tema del olvido en Rayuela (1963), al relatar un sueño:
Una certidumbre sola y terrible dominaba ese instante de tránsito dentro del sueño: saber que irremisiblemente esa expulsión comportaba el olvido total de la maravilla previa. Supongo que la sensación de puerta cerrándose era eso, el olvido fatal e instantáneo. Lo más asombroso es acordarme también de haber soñado que me olvidaba del sueño anterior, y de que ese sueño tenía que ser olvidado (yo expulsado de su esfera concluida).
Desde el siglo XIX, el mecanismo del olvido ha sido uno de los temas favoritos de los psicólogos debido a la importancia de la memoria en el funcionamiento de la actividad intelectual como un todo.
La palabra olvido es más antigua que la propia historia de la humanidad. En efecto, sus orígenes se remontan a las lenguas prehistóricas indoeuropeas, en las cuales la raíz lei-w dio lugar en latín al verbo oblivisci 'olvidar', de cuyo participio pasivo oblitus se derivó en latín vulgar el verbo oblitare, a partir del cual se formó el verbo castellano olvidar, así como el francés oublier.
Cortázar toca el tema del olvido en Rayuela (1963), al relatar un sueño:
Una certidumbre sola y terrible dominaba ese instante de tránsito dentro del sueño: saber que irremisiblemente esa expulsión comportaba el olvido total de la maravilla previa. Supongo que la sensación de puerta cerrándose era eso, el olvido fatal e instantáneo. Lo más asombroso es acordarme también de haber soñado que me olvidaba del sueño anterior, y de que ese sueño tenía que ser olvidado (yo expulsado de su esfera concluida).
lunes, 14 de febrero de 2011
Inteligencia natural (III)
Mi sobrina Jimena (5 años) a mi cuñada Cruci:
"Si la virgen se está peinando entre cortina y cortina, ¿cómo se sabe que los cabellos son de oro y el peine de plata? Será que se ve algo a través de las cortinas, ¿no?"
"Si la virgen se está peinando entre cortina y cortina, ¿cómo se sabe que los cabellos son de oro y el peine de plata? Será que se ve algo a través de las cortinas, ¿no?"
martes, 8 de febrero de 2011
domingo, 6 de febrero de 2011
sábado, 5 de febrero de 2011
Inteligencia natural (II)
En un pueblecito del oriente asturiano hay un sitio de comidas que se llama Casa Jano. El dueño, hace unos años, empezó a vender chuletones de buey (en el asturiano que se habla en esa zona, "a fala da Veiga", buey se dice boy) a la parrilla, como atractivo principal.
El mentado Jano, ni corto ni perezoso, en un cartel indicador de Vegadeo, si no recuerdo mal, colocó una publicidad de su chiringo en la que, al lado de un sugerente y atractivo dibujo de un chuletón de buey, rezaba la frase "Boy a Casa Jano".
Las críticas por la falta de ortografía le llovieron y él se justificaba diciendo que la gente al leer "Boy" y ver la foto del chuletón, asociaría ideas y atraería clientela al negocio.
Todo eso sin un MBA del IESE.
El mentado Jano, ni corto ni perezoso, en un cartel indicador de Vegadeo, si no recuerdo mal, colocó una publicidad de su chiringo en la que, al lado de un sugerente y atractivo dibujo de un chuletón de buey, rezaba la frase "Boy a Casa Jano".
Las críticas por la falta de ortografía le llovieron y él se justificaba diciendo que la gente al leer "Boy" y ver la foto del chuletón, asociaría ideas y atraería clientela al negocio.
Todo eso sin un MBA del IESE.
viernes, 4 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
Nacimiento de una conciencia
Sostiene Pereira que no cree en la resurrección de la carne pero si en la del alma.
Sostiene Pereira que se deben tener los ojos bien abiertos.
Sostiene Pereira que se puede hacer mucho más.
Sostiene Pereira que la edad ya no le pesa tanto.
Sostiene Pereira que nunca es tarde.
Sostiene Pereira que se deben tener los ojos bien abiertos.
Sostiene Pereira que se puede hacer mucho más.
Sostiene Pereira que la edad ya no le pesa tanto.
Sostiene Pereira que nunca es tarde.
miércoles, 2 de febrero de 2011
Miénteme, dime que me has esperado estos cinco años
La cita es de Johny Guitar, la estrofa, de Infinito, de Enrique Bunbury.
Engáñame un poco al menos
dí que me quieres aún más
que durante todo este tiempo
lo has pasado fatal,
que ninguno de esos idiotas te supieron hacer reír
que el único que te importa
es este pobre infeliz.
Engáñame un poco al menos
dí que me quieres aún más
que durante todo este tiempo
lo has pasado fatal,
que ninguno de esos idiotas te supieron hacer reír
que el único que te importa
es este pobre infeliz.
martes, 1 de febrero de 2011
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