miércoles, 12 de junio de 2013

Universal Wonderful Street Academy

Tiene el nombre rimbombante que tendría un master de una universidad americana que hubiese estado estudiando desde hace un lustro el modo de relacionarse el calamar asiático, pero no es más que una academia de la calle, que recoge a niños que no tienen nada, incluso que no tienen familia, y les educa, les enseña y les alimenta.

Es uno de esos proyectos admirables que uno se encuentra por el mundo, al margen de convenciones, de sistemas, desafiando a leyes como la de la ilustre gravedad. Pero es una de esas cosas que merece la pena ver en la vida, antes que la ópera de Sidney, el Cristo del Corcovado o las cataratas de Iguazú. Es vida en esencia, de esa que si estuviera en un frasco sería cara carísima. Y esta Beatriz se las está consintiendo a raudales a estos niños.

Accra en este momento del año dicen que está en la época menos calurosa y no tienes más que posar el pie en la calle para vivir el bochorno, un calor húmedo, de ese que inicia el proceso de sudar más rápido que la propia luz y el mismísimo Usain Bolt. Pero nos ha dejado esta perla.

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