lunes, 17 de junio de 2013

Akwadum y Wisdom


Para hacer el siguiente ejercicio es premisa básica el viajar a Ghana abstrayéndose de que uno está en Africa, para evitar juicios previos.

Una vez en Koforidua, una ciudad pequeñita pero con mucho ruido y tráfico, a lo mejor lo uno por culpa de lo otro, que alguien te vende los ojos y te tape los oidos, para llevarte después a Akwadum. Que según bajes del tro-tro, o del taxi te devuelvan los sentidos perdidos y que te reciban Wisdom y Rose con esa sonrisa que tienen: debe ser la sensación mas parecida a estar en el paraíso, si exceptuamos cuando despues te presentan a los niños. Parecen de anuncio.

Dirigir un proyecto no es fácil y aun así, hacerlo bien está al alcance de muchos, pero dirigirlo con el temple, el amor, la dedicación, la humildad y la capacidad de escuchar de Wisdom, sin que nada chirríe, lo he visto en pocas ocasiones en mi vida profesional, y más conociendo un poco la cabezonería de muchos africanos. Y con su ambición medida, con el conocimiento de que es absurdo morir de éxito, y de que el tamaño crítico del proyecto quizás ya se ha alcanzado.

Así, mantiene, además del colegio, un parvulario y un orfanato, donde algunos de los peques viven, y conserva fuelle para pensar en su siguiente paso, una residencia para gente mayor, haciendo alarde de una capacidad innata para el malabarismo cuando se trata de la ayuda a los demás.

En fin, una muy grata sorpresa ante la que uno no puede dejar de quedarse boquiabierto cuando la conoce. Como diría Eduardo Galeano, una historia de esas que rasca mucho, y que rasca bien, muy bien, y además rasca donde más pica.

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