el extraño (el extranjero)

Estás acostada en el chaise longue de tu casa, viendo una peli de la tele, no lo sé con certeza, o sino en el dvd ese que llevaste a arreglar a la tienda del inglés manitas que le había reparado la sandwichera a Marta, y piensas ahora, que aparatos tan distintos revividos por la misma persona, y de repente, alguien llama a tu puerta, con los nudillos, ya nadie llama a la puerta con los nudillos, piensas de camino a ella, y menos sin antes haber llamado al timbre, te imaginas una visita colectiva estilo testigos de Jehová u ONG, captando ambos adeptos, y piensas, que organizaciones tan distintas con los mismos fines, y cuando abres, sin echar un vistazo antes por la mirilla, preparando la disculpa que contarle al notas que te quiera endiñar un libro de revelaciones o pedir tu número de cuenta bancaria, para hacer que se vaya rápido, la sorpresa es que quien encuentras delante de ti es un hombre cuyo rostro te resulta tremendamente familiar, que ha llamado tu atención antes, alguien que toma el café de la mañana en el mismo bar que tu lo haces, piensas primero, pero tu trabajas en una ciudad distinta de la ciudad en que vives y lo descartas porque te enseñaron que eso lo descarta la teoría de probabilidades, o un vecino de esos que viste un día en una reunión de la comunidad de propietarios y con quien no has coincidido nunca en el ascensor y crees que realmente no vive en el portal, y también lo descartas porque te gustaría que la historia tuviera mucho más glamour. Sin saber aún quien es ese hombre, te dice, con una voz que te infunde tranquilidad: "es curiosa la forma como nos encontramos a veces con otras personas" y recuerdas entonces quien es, y piensas que esa afirmación, esa primera frase que le oyes, te obliga a muchas preguntas cuyas respuestas posiblemente te lleven a más preguntas, y, para comenzar cuanto antes, le haces pasar a tu zona de conforto que has creado en las proximidades del cheslón.