miércoles, 19 de octubre de 2016

Tashkent-Nukus

El día, que comenzó con malas noticias, permitió poner a prueba nuestra capacidad de reorientación. A las 5 menos cuarto de la mañana, la llamada despertador del hotel hizo que me levantara de un brinco y sin saber donde estaba. A las 5 y media, estábamos esperando nuestro conductor al aeropuerto, que no llegó, pero nos permitió la posibilidad de que un espabilado que andaba por allí nos llevara y nos timara al mismo tiempo. Nada desastroso, nos cobró 5 dólares por un trayecto de 2. Luego, el avión que debía salir a las 7.10 no lo hizo hasta las 9.10, y la espera, cómo no, dentro del avión. Yo, dormido.

Después, el guía y el día, rimando consonante, resultaron fenomenales ambos.




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