miércoles, 8 de octubre de 2014

desde que estuve, niña, en La Habana

Me ha gustado Carlos Cano desde siempre. No sé si más su sensibilidad o su voz o sus letras. Y también la música que le acompaña. Este disco lo grabó después de que un aneurisma escondido detrás de una esquina le diese el primer susto, poco antes de que el segundo sobresalto le rompiera el corazón. Poco antes de volver a nacer en Nueva York, provincia de Granada.

Hay varios cortes que me encantan. El primero, aproximadamente en el minuto 12 y 45 segundos, la metamorfosis, que creo que estará vigente siempre porque los políticos son así, siempre acaban encontrando sus ideales en la gastronomía. "¿Qué queda de aquél tiempo? ¿Qué fue de la ilusión?"  Corren tiempos difíciles, menos para los enanos, liliputienses, títeres, macacos, horteras y parientes.

El segundo, en el 22 y 25, "Mi refugio son tus ojos". Ya no se deja a nadie en los portales, a no ser algún niño abandonado y la luna nos estorba.


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