sábado, 20 de noviembre de 2010

Ensayo sobre la mudez

Todo comenzó una tarde de un martes de finales de noviembre, leyendo el periódico, primero con un leve carraspeo, después con una pronunciada afonía, hasta que, en cuestión de muy poco tiempo, se dio cuenta de que no era capaz de decir la palabra "tentaciones". Hablaba normalmente, pausado, vocalizando exageradamente, como siempre, pero cuando llegaba el momento, las cuerdas vocales no vibraban, eran incapaces de empujar el aire y parir la palabra. Probó con otras parecidas: maldiciones, tentempié, rendiciones, y todas brotaban de forma natural. Le extrañó pero no se alarmó, sino que decidió evitar pronunciarla.

Un rato más tarde, tomó un libro al azar de la estantería y aún de pie, comenzó a leer en voz alta. Su preocupación fue en aumento cuando su garganta, selectivamente discapacitada, no pudo palpitar y decir "voluntad". Sintió que perdía las palabras sin darse cuenta, como monedas que se escaparan por el agujero de un bolsillo roto. Cuando descubrió que no podía pronunciar "fundamental", se despertó aobresaltado. Sudaba.

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