Estuve charlando un rato largo ayer con Keita, y me contó que llegó a España en cayuco, una embarcación típica africana, viajando durante dos días desde Marruecos a Fuerteventura, en las islas Canarias. Contaba que le costó 1200 dólares pagar porque le pasaran, y que le llevó dos años y medio desde que salió de su aldea hasta que tomó la embarcación, atravesando incluso a pie el desierto del Sáhara. Contaba que salieron 3 cayucos de los que uno no llegó y que después le mandaron para Barcelona, donde me dijo que lo pasó muy mal el primer año. Contaba que en Africa viven engañados con respecto a Europa, puesto que les cuentan que al llegar aquí, el dinero se recoge casi casi del suelo sin esfuerzo. Contaba que si hubiera sabido lo que iba a pasar durante ese año, no hubiera venido, y que se esfuerza en explicarles bien a los niños cuando vuelve cómo es la vida en Europa, donde se vive mejor, claro está, pero donde se exige un esfuerzo. Contaba que está construyendo una escuela en su pueblo para que los niños tengan oportunidades que él no tuvo.
Todo esto me lo contó después de que yo le hubiera preguntado al principio si no tenía miedo por hacer un viaje de más de 5.000 km, atravesando lugares peligrosos de Africa, a lo que me contestó que no, claro. Si hubiera preguntado esto después de la historia de antes, evidentemente, hubiera sabido que no tenía miedo a nada.
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