jueves, 10 de marzo de 2011

Nicolás González-Calatayud, alias "el Nico"

Otra vez me ha vuelto a pasar, y en este caso podemos pensar que es más flagrante, porque era la crónica de una marcha anunciada, más tarde o más temprano, Nicolás el Nico dejaría mi casa de Gijón, donde vive desde hace un tiempecito. Era algo esperado, que tenía fecha de caducidad, aunque desconocida, pero no por ser un suceso esperado ha dejado de dolerme. Las leyes naturales duelen aunque sean naturales. Quizá duelen por eso, porque sean cobardes, porque avisan antes, como avisaba el infierno de Dante.

Es un tipo que ha sido un descubrimiento. Hasta en los momentos peores que le he visto, que los ha tenido, ha mantenido una actitud tan positiva que parecía una forzada postura zen oriental. Un Miyagi de los cojones. Con él es imposible deprimirse, es imposible no encontrar una palabra de apoyo, de esperanza, de conforto, es capaz de crear esas zonas virtuales de conforto en las que nos encontramos cómodos, de las que no queremos salir.

Con nombre y apellido. Con luz y taquígrafos. Nico, estoy orgulloso de que me tengas por amigo.

2 comentarios:

María José dijo...

¡Da gusto ver lo bien que os lleváis, amigos así son los que merece la pena tener!; es verdad que con él un@ se siente muy cómod@, tanto que da ganas de continuar "el viaje"; pero tú también te pareces a él bastante, estando con vosotros las HORAS se hacen minutos...

Santi Rubín dijo...

no soy más que un desdichado alumno que nunca aventajará a su maestro

pero sigo aprendiendo, aun de anciano :-)

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