- "Te había advertido que comenzaras hace tiempo".
- "Lo sé".
De la sala contigua, entre murmullos y quejidos, de cuando en cuando solía entenderse algo parecido a una carcajada. Agotada, casi sin aliento, claudicó.
- "Vendré el viernes".
- "A la hora de siempre".
- "Si".
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